A la fotografía le ha llevado un largo tiempo el establecerse como un medio de comunicación que amerite algún tipo de estudio crítico serio. Los fotógrafos del siglo 19 escribieron relativamente poco acerca de sus propios trabajos y este medio no había sido todavía tomado muy en serio por los historiadores del arte. Durante la primera mitad de éste siglo, fué Alfred Stieglitz quien, aparte de dejarnos su obra como fotógrafo/pionero, echó las bases para que la fotografía fuera aceptada como una forma de arte mayor. Pero no fué sino hasta los años 60 que alcanzó lo que podríamos llamar una "respetabilidad académica".
Jhohn Szarkowski empezó éste proceso con "The Photographer's Eye" (N. York. Museo de Arte Moderno, 1966), seguido por el aún mas influyente: "Looking at Photographs" (N. York. Museo de Arte Moderno, 1973). Su propósito deliberado fue el de establecer un criterio sobre la base de que las imágenes fotográficas pudiesen ser analizadas y ser vistas en conjunto con otras imágenes dentro del campo del arte visual o de comunicación, y éste ejemplo fue seguido en los EEUU. por Susang Sontag, en Francia por Roland Barthes y en Gran Bretaña por John Berger y Víctor Burgin - algunos de los críticos e intérpretes de mayor influencia entre muchos otros. Las perspectivas estéticas, políticas y teóricas representadas por éstos pensadores tenían un carácter multi-acético, pero poseían un elemento común: la convicción de que la fotografía, como medio, es única pero necesita ser vista en relación a otras formas de expresión artísticas.
Esta verdadera explosión de análisis críticos, nos han dado dos perspectivas bien definidas que conciernen: al sentido y al uso de la fotografía. Por un lado la fotografía como medio de expresión creativa ha conllevado un sin número de diferentes criterios críticos y estéticos, a través de los cuales debe ser juzgada en derecho propio, como una forma única y particular de expresión visual; este tipo de análisis se centra, principalmente, en torno a sus cualidades expresivas, formales, técnicas y emocionales. Por otra parte, ha sido también el objeto de estudios exhaustivos, en relación a su función como una transmisora de mensajes de tipo social, cultural e ideológico; las disciplinas relativamente nuevas de la semiótica y la teoría de la comunicación también han sido aplicadas a la fotografía, de la misma manera en que se aplican al lenguaje escrito, al cine o la televisión. La llamada "educación visual" - en el sentido de la capacidad de entender e interpretar el lenguaje de las imágenes fotográficas - ha adquirido hoy la misma relevancia en muchos países, que la educación de tipo verbal-literaria.
Sin embargo, a pesar del enorme volumen de trabajos dedicados a este tema de la fotografía, hechos por europeos y académicos norteamericanos, el problema del procesamiento comunicativo intrínseco, aún no ha sido resuelto.
El problema de fondo radica en la naturaleza misma de la representación fotográfica y la relación entre ésta representación y la realidad que la distingue - tanto a la fotografía como a sus ramificaciones posteriores del cine y la TV - de toda otra forma visual de expresión. Para poner ésta idea del realismo de la manera más cruda: la fotografía parece tener un parecido muy cercano con la percepción diaria del mundo, alejándose así de formas como la pintura, el dibujo y la escultura. Todos somos capaces de "reconocer" al sujeto de una imagen fotográfica, sin importar cuántas distorsiones codificadas pudiese tener - por ejemplo, la ausencia de color, un ángulo peculiar de vista, una exageración de elementos específicos debido a la presencia o la ausencia de la luz y la inevitable naturaleza selectiva del visor. Cuando miro una vieja fotografía en blanco y negro de mi madre, yo veo a "mi madre", más que una "representación" de ella. Por lo mismo, la fotografía parece mostrarnos "la cosa misma", más que una interpretación de la cosa.
Quisiera señalar en éste punto, que encuentro peligrosa esta apreciación particular sobre la imagen fotográfica, desde el punto de vista de un análisis crítico de la imagen que conlleva un mensaje o sentido, ya que nos pone frente a enormes dificultades. Siendo una de las mayores la naturaleza omnipresente de la imagen fotográfica y la expansión masiva de su tecnología en los últimos 30 años. Las imágenes - ya sean fijas o en movimiento - son ahora la materia prima a través de la cual la mayoría de las culturas avanzadas pueden obtener información tanto sobre ellas mismas como sobre el mundo exterior. Todos miramos fotografías todos los días y muchísima gente toma fotografías con equipos de una sofisticación - y de un costo bajo relativo - que estaría por sobre las especulaciones más aventureras que pudiesen haber tenido un Fox- Talbot o un Niepce. Por esta razón, aquellos que aún se sienten deslumbrados por lenguajes como la pintura, la literatura o la música, están completamente convencidos que, sin embargo, pueden comprender la imagen fotográfica. Y el foco en que centran su atención es siempre el mismo: el contenido, precisamente por ésta aparente similitud con la realidad, que antes mencionaba. Siguiendo este criterio, una fotografía es " buena " cuando se pueden reconocer al sujeto/objeto, y es mala, si no se ajusta a la realidad. Los "snap-shots" o retratos familiares, o de las vacaciones - que forman el 90% de las ganancias de compañías como Kodak, Ilford, y otras - conllevan una importancia simbólica, pletórica de recuerdos imborrables y todo esto en relación única y exclusivamente a su contenido. Podríamos, por supuesto, encontrar una similitud entre esto y la llamada pintura "ingenua", pero sería como mirar sólo a una mitad del problema que nos interesa. Alguien que no tenga el menor talento gráfico puede sin embargo sentir que al tomar por ejemplo, una fotografía de un ocaso sobre un lago, con algunas montañas al fondo y un árbol retorcido en primer plano, está satisfaciendo un criterio general de "belleza", de acuerdo a reglas de composición absorbidas por ósmosis y de forma intuitiva.
Lo que nos lleva a un segundo problema: ésta facilidad con que se puede adquirir una comprensión y conocimientos básicos de las posibilidades técnicas de la cámara, ha llevado a un verdadero ejército de amateurs/aficionados, a tomar fotos que, en la superficie, pertenecen a la llamada " categoría artística ". Debido al vasto número de imágenes a las que hemos sido sometido desde nuestro nacimiento, ha nacido o se ha establecido un grupo convencional de categorías fotográficas: el retrato, el desnudo, el paisaje natural (landscape) y paisaje ciudadano (cityscape), la naturaleza muerta/bodegón y el reportaje - categorías en que podemos fácilmente reconocer las imágenes que se nos presentan. Un " pintor de domingo " que posea algún tipo de conocimientos sobre los grandes maestros de la pintura universal, sabe bien que la único que puede hacer es arrastrarse a la sombra de los impresionistas o los cubistas (aunque dudo que los "pintores de domingo" posean cabal comprensión de la pintura como medio expresivo mas allá del siglo 19). Sin embargo, demasiados fotógrafos creen que con saber el manejo, por complejo que sea, de una cámara (y es casi imposible no comprar una cámara que no sea sofisticada, hoy por hoy) y una apreciación semi-digerida de las fotografías que pudiesen haber visto, tienen armas suficientes para poder producir una imagen "artistica". En ningún otro campo es ésta triste verdad más evidente que en el campo de la llamada " fotografía experimental", donde el uso del "soft-focus", de la imagen movida, la toma doble o triple son, con demasiada frecuencia, aceptadas como una representación original de las posibilidades de este medio. En mi propia experiencia como profesor de fotógrafos en estado profesional-embrionario en Gran Bretaña, perdí la cuenta de las veces en que un estudiante justificaba el uso del "soft-focus", por ejemplo, como una medida legítima para lograr una imagen irreal o surreal.
Este es otro efecto de la peligrosa trampa que antes mencionaba. La fotografía es, a la vez, una ciencia y un arte - y contiene un mundo tecnológico que puede ser manipulado con el fin de demostrar que uno ha aprendido un bagaje de trucos efectivos que, entre paréntesis, cualquiera puede aprender ( que muchas más veces que menos, se confunden con la imagen de verdadera calidad ). La cámara es una caja de trucos, mágica, seductora y fascinante y puede ser usada con el mismo entusiasmo con el que se puede jugar por horas con un modelo de trenes a escala o con un juego computarizado. Está, así, dispuesta a abrirse y entregar su magia a cualquiera que esté interesado en pasar algunas horas descubriendo cómo funciona.
Cómo, entonces, puede ser posible para nosotros separar lo real de lo falso, si creemos, como lo hago yo, que la fotografía es un modo de expresión fundamental, único y profundo?. Fundamental - por el rol clave que cumple en la cadena de intercambios en la información a nivel global y que, seguramente, seguirá cumpliendo en el futuro; único - por la dialéctica que establece en su relación con la realidad, cualidad que le da como medio de expresión, un rol y una contribución altamente original (ésto tiene, a mi juicio, interesantes paralelos con la visión fundamental al teatro de Brecht, en cuanto a un balance entre ser y no ser parte de la realidad, de involucrarse y no hacerlo con ésta); profundo - porque si la fotografía es trabajada, como medio, con una adecuada mezcla de intelecto, emoción y técnica, nos provee con un camino claro hacia el descubrimiento del inconsciente que es igualmente válido y enriquecedor que aquel propuesto por otras artes expresivas.
La respuesta, aunque simple, requiere de análisis y trabajo. Primero, debemos retornar, una y otra vez, a los grandes maestros de este medio: gente que, desde 1840, fueron los pioneros en ese entonces de un territorio nuevo y nos dejaron mapas claros por donde poder seguir aventurándose. Ningún pintor, músico, actor, empieza su carrera sin antes haberse preparado para sumergirse en la historia de su propio medio y de sus maestros. Los fotógrafos deben hacer lo mismo. Segundo, si deseamos estudiar y practicar la fotografía como si fuera un miembro aceptado y reconocido en la sociedad de las artes expresivas ( aunque es un poco joven aún para tener musa propia ), debemos aplicar, entonces, los mismos criterios aplicados a sus otros hermanos y hermanas en el mundo de las bellas artes. Tenemos que verla como parte fundamental de la constante batalla creativa en tratar de darle un sentido a la forma en que percibimos el mundo de la experiencia; reconocer que ésta lucha está, en última instancia, comprometida con la verdad interior del fotógrafo o fotógrafa. La fotografía - a pesar de los muchos disfraces en que solemos encontrarla y que tienen poco que ver con " arte " (publicidad, ilustración, en diarios, revistas, o de tipo científico o tecnológico, o de tipo militar o deportivo) - nos debe permitir ser capaces de objetivar en película y papel, nuestros propios conflictos y nuestras fantasías: es, entonces, una de las posibles herramientas con la cual podemos llegar a percibir el mundo que nos rodea. Una foto "verdadera" se hace, mas que se toma; involucra la totalidad de los poderes emocionales y cognoscitivos del fotógrafo o fotógrafa. Y nuestra respuesta y evaluación del resultado no requerirá nada menos que de lo mismo. Deberá así la fotografía trascender el contexto en el cual ha sido mirada hasta ahora: como un registro de la realidad (que no puede nunca hacer), o como una manera de mostrar la belleza (que sin duda puede hacer), y deberá pelear por ser reconocida como un camino único para presentar una verdad interna.
Por el momento, después de 150 años de existencia, este medio sigue siendo aún un bebé. Sin embargo, para quienes tiene una gran importancia y relevancia - los educadores y profesionales - tendrá que ser siempre una responsabilidad primaria y básica el ayudarla a crecer.
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1 comentario:
Esta frase me dejó tecleando, por qué ? "los fotografos deben hacer lo mismo" .... Y no lo que les nace en el momento ? Obviamente, está en uno aplicar X técnica, o bla bla... Aveces lo profesional mata al artista..
En fin...
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